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martes, 23 de octubre de 2012

La mentira, un puerto que quebró a Lance Armstrong

Escribir u opinar algo en contra de un ídolo es una acción de la que ya sabes cuál será la reacción. Es difícil enfrentar un desengaño, bajar del pedestal al héroe. Sin embargo, creo que es un compromiso que debería tener la afición, en este caso, al ciclismo. Afrontar una realidad que poco deja a la duda: Lance se unió a una mafia poderosa y sofisticada que mintió durante más de una década a todos los aficionados al ciclismo.

Durante las últimas semanas, desde que la Agencia Antidopaje de Estados Unidos (USADA) publicara el informe que entregó a la Unión Ciclista Internacional (UCI), no tardaron en salir defensores a capa y espada para proteger al "siete veces campeón del Tour de Francia", título que se había convertido en el primer nombre de Lance Armstrong desde 1999.

¿Qué se defiende? Entre los argumentos que más he escuchado están "¿si todos se dopaban, por qué él seguía ganando?" "Ahora que las marcas ya no pueden seguir haciendo dinero con él, lo abandonan, no es justo".

Y es cierto, las marcas hicieron con él millones de dólares, millones que también le llenaron los bolsillos a Lance, y seguro miles de pesos que más de un aficionado gastó por tener la misma bici, lentes, zapatos o jersey que su ídolo. Y sí, los demás también iban hasta arriba de Eritropoyetina (EPO), pero sólo un equipo desarrolló un método para enmascarar la sustancia y librarse de los controles durante una década. El US Postal Service, equipo con el que Lance inició su reinado, y cabe mencionar que es una empresa pública, aportó el dinero para lo que la USADA calificó como el "programa más sofisticado, profesional y exitoso jamás visto".

¿Quién entraba a ese programa? Queda claro que hubo dos tipos de personas que lo hicieron, los que así lo quisieron, como Lance Armstrong, pues hasta el momento no ha declarado si fue obligado, y los que sí fueron obligados. En el informe de la USADA señalan que Lance exigía a sus colegas que siguieran con el programa. ¿Qué pasaba si se negaban? Fácil, se quedaban sin trabajo.

Eso es lo que no se debe perder de vista, los ciclistas profesionales comienzan desde la infancia la mayoría de ellos, con un sólo objetivo: llegar al pelotón profesional, la tierra prometida donde te pagan por hacer lo que amas, donde puedes competir en las Grandes Vueltas, las Clásicas, entrar al mundo de los mejores. Pero donde nada es color de rosa, ahí, queda cada vez más claro, si no te subes al carro del dopaje, no eres nada, quedas fuera, no podrás mantener el ritmo.

A eso los obligó directamente Lance Armstrong, y si no denunciaron en el momento, fue por temor a perder sus trabajos. Y quienes lo denunciaron, quedaron como los grandes mentirosos o cobardes, como el caso de Tyler Hamilton.

Si la afición solapa una mentira, es porque poco amor tiene por su deporte. Justificar una mentira es permitir que se repita. Y si piensan justificarla porque en otros deportes sucede lo mismo, pues que practiquen esos otros deportes. No se puede la afición quedar cruzada de brazos sintiendo lástima por una persona que estaba consciente de lo que hacía. No fue un accidente haber desarrollado un sistema de dopaje, un accidente no dura más de 10 años.

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