Adsense Horizontal

lunes, 30 de noviembre de 2015

Regular el uso del auto como se reguló el tabaco




 
La industria automotriz representa en México el 3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), la generación de cientos de miles de empleos y la creadora de un producto que está dejando a nuestro país en una bancarrota social. 

El poder que tiene la industria del automóvil está sustentado por los aparentes beneficios que derrama sobre los países que la acogen. México es uno de ellos, el séptimo productor de carros a nivel mundial y cuarto exportador en la misma escala. Para el primer semestre del 2015 se registraron 709 mil nuevos empleos con la llegada de las marcas KIA, BMW y Daimler/Nissan al país.

Lo que poco se presume es qué tipo de empleos son. Según la Confederación de Trabajadores de México en una carta que entregaron al presidente Enrique Peña Nieto en febrero de este año, el promedio de los salarios para los obreros es de 4 mil pesos mensuales, cinco veces menos que los empleados de la misma categoría en Estados Unidos.

Tampoco se ha hecho una relación entre la economía generada por la producción del automóvil y el gasto que ocasiona el uso de este producto a México.

Si bien el 3% del PIB nacional es gracias a la industria del auto, el 1.7% se pierde por los accidentes que ocasiona su uso en un país donde el tema de movilidad sustentable está completamente olvidado. Desde hace cinco años distintas organizaciones han solicitado que se incluya en el Presupuesto de Egresos de la Federación recurso para movilidad no motorizada. Petición que hasta hoy no ha sido escuchada y por el contrario, más del 80 por ciento del dinero etiquetado para movilidad lo siguen destinando a infraestructura que incentiva o incluso hace obligatorio el uso del automóvil.

En este punto vale la pena hacer hincapié en que el problema de las externalidades negativas del automóvil no radican en tener un auto, si no en la forma en que se utiliza.
 

Seguir los pasos del tabaco

Cuando los problemas de salud ocasionados por el consumo de tabaco se convirtieron en un problema de salud pública para todo el país, se pusieron medidas que desinsentivaron su consumo. En 2008 se publicó la Ley General para el Control de Tabaco, en la que alguna de sus finalidades era proteger los derechos de los no fumadores, instituir medidas para disminuir su consumo y también se establecieron las bases para su publicidad y promoción.  

El tabaco es un producto que satisface a millones de personas en el mundo, pero sus externalidades negativas son obvias para la salud, tanto de los consumidores activos como de los pasivos. Desinsentivar su consumo es un tema de prevención en materia de salud.

Las externalidades negativas del uso excesivo del auto son tan obvias como las del tabaco. Sedentarismo, estrés y accidentes viales son algunas de ellas. Y pasa lo mismo que con el cigarro, los males los pagan tanto los consumidores activos como los pasivos (peatones principalmente). 

En 2009 se tenían registradas 5 millones de muertes por año a nivel mundial por tabaquismo (8.8% de las muertes mundiales) según un estudio publicado por la Facultad de Medicina de la UNAM, un año antes, la OMS publicó su informe sobre la situación mundial de la seguridad vial donde exponían la cifra de 1.2 millones de muertes y 50 millones de heridos por incidentes viales. Sin embargo, en nuestro país no se han tomado medidas serias para desinsentivar el uso del auto, como se hizo con el control de consumo de tabaco. 

Los traumatismos por accidentes de tránsito someten a una gran presión a los sistemas nacionales de salud, muchos de los cuales tienen niveles de recursos lamentablemente insuficientes. - Informe OMS Seguridad vial 2008.

En México los accidentes viales generan costos de 150 millones de pesos, el equivalente al 1.7% del PIB nacional, según la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros.
Cuando se van restando los costos tanto al estado como a los consumidores del beneficio aparente de la industria automotriz, éste se va haciendo muy pequeño.

El punto no es prohibir el uso del automóvil, como tampoco se pohibió el consumo de tabaco con la Ley General de Control de Tabaco en el 2008, el objetivo sería regular su uso para que deje de ser excesivo y así disminuir las externalidades negativas que ocasiona.

Debería ser una obligación, incluso un requisito para obtener el distintivo de Empresa Socialmente Responsable, que cada anuncio publicitario de un automóvil advirtiera sobre las externalidades ocasionadas por su uso excesivo: estrés, sedentarismo y contaminación ambiental.  

Me parece que este terreno está muy poco explorado, y que es papel de los legisladores analizar la posibilidad de seguir los pasos del caso del tabaco que tantas vidas se llevó antes de tomar cartas en el asunto.

No se trata de perjudicar a la industria automotriz, si no de proteger a quienes podrían ser sus consumidores y detener el creciente y alarmante número de muertes ocasionadas por incidentes automovilísticos.