Hace casi tres meses, por medio de la revista que hago con un equipo de reporteros-ciclistas, me involucré en el proceso de una propuesta
ciudadana muy loable: pedir que el 5% del presupuesto federal destinado a
movilidad y accesibilidad, se destinara a un fondo para la bicicleta, el cual podría utilizarse en construir
infraestructura para el ciclista, en programas de educación vial, en fin, en
mejorar la calidad de movilidad desde un medio de transporte tan noble y
benéfico como la misma propuesta del “5%”.
Conocí a gente de la Red
Nacional de Ciclismo Urbano (BiciRed), gente real, sin sueldos millonarios
ni curules en la Cámara, ciudadanos que tienen su propio trabajo y que todavía
encuentran el tiempo para participar en propuestas para mejorar el país en el
que viven. Conocí gente que dedica todo su día y les puedo jurar que también
sus noches y sus madrugadas en generar conocimiento para compartirlo y
aportarlo a nuestros “representantes” para que tomen decisiones que beneficien
a las “utópicas mayorías” (ahora así suena todo, como una utopía que no se
alcanza).
En serio, merecen un trofeo todos los políticos mexicanos
por desencantar a cada generación que llega a ese punto de sus vidas en el que
quieren hacer algo positivo para su país. Cada día lo hacen mejor, esta vez, sólo
les tomó un par de horas al “analizar” un paquete económico.
Lo han hecho bien, tendremos otro año más con MEGAPROYECTOS
de movilidad que lo último que logran es que la gente se mueva. ¡Qué, no leyeron
ni un solo estudio entregado durante los últimos meses! ¡No vieron que se
pierden cientos de millones de pesos por tener un país atascado en sus súper
vías! ¡Que la gente se muere por estar encerrada en sus automóviles porque no
han recibido la educación suficiente que les diga “no necesitan sentarse en un
carro para desplazarse 5 kilómetros”!
Ojalá un día ustedes también conozcan a la gente que yo
conocí en este proceso ejemplar de participación ciudadana. Espero que los
conozcan afuera de sus PALACIOS legislativos. Estos ciudadanos, como tal vez se
imaginen, no habitan palacios, habitan ciudades que se están desmoronando bajo
los pies de una política que aún tiene bien puesto un traje de dinosaurio:
imponente, poderoso, pero regularmente torpe.
Han desechado una oportunidad para mejorar al país, era cuestión
de voluntad, pero su voluntad no es visible diputados. De cualquier forma,
queda una esperanza, quedan miles de personas que han tomado la decisión de
subirse a la bicicleta para darle un respiro a sus calles. Si se cruzan con
alguno, cédanle el paso y luego piensen, que ese ciclista, representa ahorro,
progreso y modernidad, quizá así, algún día los consideren para saber en qué
van a gastar nuestro dinero.