Hace cuatro años inicié un proyecto editorial para retratar
lo que estaba sucediendo en las calles de la Ciudad de México. Había escuchado que
grupos de ciclistas se estaban organizando para hacer rodadas y también se
había llevado a cabo el Primero Congreso Nacional de Ciclismo Urbano. Había
algo qué contar al respecto.
En ese entonces yo escribía para una revista de ciclismo
deportivo, hacía pruebas de bicis de montaña y de ruta. Así que el tema urbano
no tenía espacio en esa revista. Aunque lo propuse un par de veces, no les
pareció interesante.
Las ideas no se hacen reales hasta que se comparten, según
yo. Así que les platiqué a dos amigos, un fotógrafo y un diseñador. Les dije
que deberíamos hacer una revista que hablara de la bicicleta, pero como medio
de transporte, no como deporte.
Esa misma tarde, después de platicar la idea durante la hora
de comida, llegamos a la oficina y comencé por abrir una cuenta en Facebook y
otra en Twitter. El nombre ya lo tenía en mente desde varias semanas atrás, una
palabra inventada que expresaba el amor por las bicicletas, o las cletas como algunos le llamamos en
México. Así nació el concepto de Cletofilia.
El paso siguiente fue abrir un sitio web con secciones.
Agregamos una sección de ciclismo deportivo para atraer más público, pero el
ciclismo urbano siempre fue nuestro principal interés.
Fue el 7 de febrero cuando dimos de alta el dominio Cletofilia.com
y comenzamos a publicar. Dos años después, viendo que hacer una edición impresa
quedaba muy lejos de nuestras posibilidades, decidimos hacer una edición
digital que se descargaba en formato PDF. Así hicimos 19 números.
Para 2012 yo había montado un despacho editorial en el que
editamos revistas a una casa editorial que importa títulos de Inglaterra y
Estados Unidos. Su dueño, Marco Bueninck, sabía que hacíamos también la revista
Cletofilia, y un día platicamos la opción de imprimirla.
De esa plática a la fecha en que comenzamos a editar el
primer número impreso, pasó un año, aproximadamente.
Hoy, es martes 17 de agosto, y llevo casi tres semanas
enfocado enteramente a este proyecto editorial, revisando pruebas a color,
fotografías, textos, organizando la fiesta y un rally. Faltan dos días para
que la imprenta me envíe las primeras revistas a la oficina.
En este camino he
conocido mucha gente que comparte el mismo amor por las bicicletas y las
historias que se cuentan de ellas. Puedo decir que he encontrado inclusive el
amor y algunos desencantos. Y lo más
importante es que, confirmo, que un sueño que se siente entre el pecho y la
luna, seguro se hace realidad, sólo hay que seguir soñándolo y disfrutándolo
todos los días.