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martes, 2 de abril de 2013

Llenemos las calles de tranquilidad, desde nuestra propia actitud

Cuando me enteré del asesinato de José Luis Rivera Reséndiz en Querétaro, y la forma en que ocurrió, me quedé con muchas emociones confusas. Pensé en todas la veces que decidimos mentar la madre o sentirnos con todo el derecho de insultar a aquellos que impidieron que nuestro día corriera sin ningún percance. También de las veces en las que nosotros estamos del otro lado de la moneda y sin pensar en los demás, nos animamos a cuidar nuestro bienestar sin fijarnos si perjudicamos a otros.

La línea entre un arranque de coraje y un suceso fatal es sumamente delgada. Cada día se hace más latente la frase "no sabes con qué loco te vas a encontrar en la calle".

Atropellar a un ciclista porque te golpeó el automóvil como una forma de reclamo, es un exceso. Golpear un automóvil porque te obstruyó el paso o te aventó el carro, puede generar ese exceso.

De ninguna forma se justifica la muerte José Luis. Pero creo que merece mucha importancia hacer un alto y revisar la forma en la que nos comportamos como ciclistas en las calles. Ser sinceros con nosotros mismos y analizar si como ciclistas nos estamos sumando a la tranquilidad de las calles o a un campo de batalla en el que antes sólo participaban los automóviles.

Muy poco podemos hacer para cambiar a los demás, si antes no cambiamos nosotros mismos.

Cuando publicamos la nota en Cletofilia.Com, todos los comentarios fueron de violencia. Ninguno invitaba a alguna reflexión. Es duro aceptar los errores, y  mucho más cuando ese error conlleva a la muerte. Creo firmemente que violencia genera más violencia.

Estamos a tiempo de pensar en la actitud que queremos contagiar en las calles. La bicicleta es un medio que te dota de libertad, que rompe las cadenas del estrés, del consumo de combustibles, de la economía de la gasolina. ¿Por qué buscar la aguja en el pajar y pelearnos en lugar de avanzar?

Perdemos el tiempo intentando educar en un par de segundos (o lo que dure la mentada de madre) a un automovilista. Creo mucho más productivo contagiarlo con una buena actitud. Si va de malas y con coraje, que se quede con ello, no vale la pena contagiarnos de eso.

Me parece que el mejor homenaje que se le podría rendir a José Luis y a la misma forma de vida que representa trasladarse en bicicleta por la ciudad, es rodar con una actitud de paz en lugar de lucha, de alegría en vez de furia a diario. Llenemos las calles de tranquilidad, desde nuestra propia actitud.